Levantate Campesino - José de Molina

Mestizaje

Bases Militares Yanquis en Colombia

martes, 21 de julio de 2009

No al Colonialismo, no a las bases militares, fuera Yanquis de Colombia y de todo el mundo.


Poema: Yankee, yankee...


Yankee, yankee…
¿Aún no entiendes
que no te queremos aquí?
¿Aún no entiendes
que reproduces nuestro odio hacia ti?
¿Aún no entiendes que
nuestro campo, nuestras ciudades,nuestros barrios,
nuestras casas,nuestras vidas no te pertenecen?
¿Aún no entiendes que no queremos tus armas,
ni tus mercenarios, ni tus hamburguesas?
¿Por qué no entiendes que estás agonizando?
¿Por qué no entiendes
que si continúas viviendo,nuestra gente adelantará tu muerte?
Yankee, yankee…
¡Lárgate de aquí!,
¡lárgate de nuestro campo!,
¡lárgate de nuestras ciudades!,
¡lárgate de nuestros barrios!,
¡lárgate de nuestras vidas!,
¡lárgate con tus mercenarios!,
¡lárgate con tus armas y tus hamburguesas!
¡Lárgate!,
o nuestro odio explotará
y con la fuerza del fusil te sacaremos,
con la fuerza del fusil te eliminaremosdel mundo entero.

Juan (Joven Antiimperialista)

“Falsos Positivos” ¡Contra el asesinato de jóvenes del pueblo, organizarse y resistir!



Han pasado ya diez meses desde que se destapó el escándalo de los llamados “falsos positivos”, cuando desde finales del año pasado han corrido como pólvora encendida a lo largo y ancho del país la más profunda indignación y rabia populares por la noticia del rapto y asesinato de cientos y cientos de jóvenes del pueblo a manos del genocida Estado colombiano. Vimos cómo comenzaban a sacar de entre fosas comunes de NN los cuerpos descompuestos de nuestros hermanos de clase, de jóvenes obreros de la construcción o la mecánica, de jóvenes campesinos y otros desempleados, asesinados por el Ejército a cientos o miles de kilómetros de su hogar, a quienes les robaron la vida y luego los pasaron como “muertos en combate” para inflar las cifras de “bajas infligidas al terrorismo” y para promover el ascenso y forrar los bolsillos de muchos oficiales sicarios de las fuerzas armadas del Estado. Así, matando al pueblo por miles, han consolidado y medido la eficacia de la política fascista de Seguridad Democrática del dictadorzuelo Uribe.

Las ejecuciones extrajudiciales no son nada nuevo para el pueblo, pero en los últimos años, con el recrudecimiento de la dictadura contra las masas, se han multiplicado y diversificado en sus formas. Desde la tal “limpieza social” con que se ha querido justificar durante años la matanza de jóvenes en los barrios populares, pasando por la muerte a golpes y por tortura en interrogatorios brutales y el asesinato de campesinos que luego son vestidos de camuflado y pasados como guerrilleros caídos en combate, hasta las modalidades “más sofisticadas” desarrolladas bajo el actual gobierno donde a los jóvenes se nos engaña con una esperanza de trabajo en otro lugar del país con el fin de asesinarnos lejos de nuestros amigos y familiares, y pasarnos luego como delincuentes no identificados muertos en combate, han sido decenas y decenas de miles las personas del pueblo asesinadas impunemente por este sanguinario Estado.

Sobre los crímenes de Estado (bajo el eufemismo de “falsos positivos”), las cifras hablan por sí solas. Los mismos portavoces del Estado reconocieron el año pasado que bajo el régimen Uribe se han producido 24 veces más denuncias que en los anteriores 17 años (37 casos sucedidos entre 1985 y 2001, y 901 entre 2002 y 2008). De hecho, actualmente la Fiscalía investiga los asesinatos de 1666 personas, mientras la ONU cifra en 1800 los “falsos positivos”
.

Los voceros del sistema, y los chupatintas medios de comunicación, han salido a decir, como siempre, que los responsables de estos asesinatos con alevosía son unas cuantas “manzanas podridas” dentro de las Fuerzas Militares, y que por eso destituyeron de su cargo a 27 militares el año pasado. Hasta el ultraderechista ex ministro Arias ha dicho que se debe crear un fondo económico para una mejor defensa jurídica de los militares y policías que sean procesados por estos crímenes. Sin embargo, la realidad ha mostrado otra cosa: que han sido crímenes de Estado (al decir del mismo representante de la ONU, Philip Alston) concientemente planeados y ejecutados dentro de una amplia extensión geográfica del país, que ha sido un negocio redondo hecho con la sangre del pueblo y que ha dejado un cinturón de la muerte que va desde Norte de Santander, pasando por Sucre y Córdoba hasta Antioquia, Risaralda y Chocó.

Y frente a esta abrumadora realidad… ¡los genocidas representantes políticos de las clases dominantes tienen la desvergüenza de responsabilizar y acusar al pueblo que los denuncia! Uribe, por ejemplo, queriendo escupir la dignidad del pueblo oprimido y explotado, calificó a los jóvenes muertos como delincuentes que dizque "no estaban precisamente recogiendo café en una finca", y ha atacado reiteradamente a las víctimas soltando el cuento de que las denuncias que hacen los familiares de los jóvenes muertos son supuestamente parte de una estrategia política de las guerrillas tradicionales, jactándose luego de que no se van a dejar dizque “acomplejar por falsas acusaciones”. Este tipo de declaraciones dan cuenta del desprecio que sienten los opresores por nosotros, de que para ellos sólo somos vidas baratas, que nuestras vidas y dignidad valen un pito para ellos, dejan bien claro que los intereses de los explotadores son totalmente opuestos a los de los explotados y que no puede ser de otra forma y, más aún, ¡que debemos desechar todas las ilusiones en las clases reaccionarias, su Estado opresor y su sistema chupasangre!

En Colombia las masas trabajadoras vivimos bajo la bota de la gran burguesía, los terratenientes y los imperialistas. Los “falsos positivos” son producto de la naturaleza reaccionaria del Estado colombiano, del podrido sistema que defiende y no se deben a que apenas “algunas personas” de “algunas instancias del Ejército” estén “incursas en crímenes”, al decir del títere Uribe, quien niega la existencia de causas estructurales. De hecho, esta matanza de jóvenes del pueblo hace parte de la política represiva general del Estado contra la juventud popular, que de lengua para fuera dice que busca su bienestar y la defensa de sus “derechos”, pero que en la práctica nos persigue, acosa y asesina. Veamos, por ejemplo, cómo se aúna a esta situación el ambiente represivo en general contra los jóvenes en las barriadas y el campo, las más de 100 detenciones diarias de menores dizque “infractores” (en su mayoría arbitrarias y, el resto, las más de las veces por hurto, debido a la miseria) y, especialmente, el hecho de que este año el Estado ha legalizado en muchas partes del país los toques de queda para menores impuestos ya desde antes por los paramilitares hasta las 10 y 11 pm (incluso en la mayoría de los municipios del Valle del Aburrá); es más, recordemos a los dos jóvenes que fueron rociados con gasolina e incinerados el 9 de febrero de este año en la estación de policía de la localidad Rafael Uribe Uribe en Bogotá “para que aprendieran”, según les dijeron los cerdos que tenían por verdugos aquella horrible noche; y, si no estamos cansados ya de ver y recordar tanta porquería, recordemos por último la tortura con alicate a que sometieron los policías de Saravena (Arauca) a dos jóvenes en marzo de 2002, donde terminaron asesinando a uno de ellos y reconociendo lo que ocurrió hace apenas cinco meses.
Los opresores se han dado perfecta cuenta del descontento que ha despertado toda esta opresión y cinismo, y se han dado a la tarea de montar una campaña publicitaria masiva para lustrar la imagen ensangrentada de las Fuerzas Militares y de Policía del Estado, e intentar borrar de la memoria del pueblo los horrorosos ataques de que ha sido víctima. Así, por ejemplo, dentro de los videos publicitarios, el principal mensaje es: “yo a usted no lo conozco pero estoy dispuesto a dar la vida por usted”, aunque en la práctica no nos conocen pero en todo momento están dispuestos y entrenados para quitarnos la vida a la gente del pueblo y defender la vida de los explotadpres.

Toda esta propaganda pretende negar la verdad fundamental de que en la sociedad colombiana hay clases y lucha de clases, que la gran burguesía, los terratenientes y los imperialistas viven a costa del trabajo, sudor, sufrimiento, sangre y huesos de los obreros, campesinos y pequeñoburgueses urbanos, y que como consecuencia del inevitable levantamiento de los explotados por acabar con sus condiciones de miseria y privación, los explotadores han organizado la más brutal dictadura para mantener bien a raya a las masas desposeídas y dejar intacto su paraíso terrenal. Para las clases dominantes es peligroso que el pueblo capte esta realidad fundamental, pues de ella se desprende la conclusión de que éste jamás será libre mientras ellos mantengan su dictadura, y al revés, que mientras ésta no sea destruida las masas seguiremos viviendo un infierno.

Se necesita transformar toda la indignación y rabia que ha corrido por el país a raíz de la oleada fascista contra las masas populares en un poderoso torrente de lucha y rebelión. Hay que dejar el pesimismo a un lado y dejar de tolerar lo intolerable. Ya sabemos que los opresores no cederán por las buenas, que sólo saben de fuerza bruta contra las masas, pero así también nos muestran que la respuesta debe ser organizada, que debemos forjar una unidad más amplia pero también más conciente para librar una lucha enconada y decidida contra ellos y los perros de presa que sostienen su dictadura. Sólo con lucha podemos arrancar victorias a este macabro sistema que se nutre con la vida del pueblo y sus hijos, y sólo con más lucha podremos defender dichas victorias.

Una lucha conciente pasa por comprender también que, en fin de cuentas, si no libramos una lucha decidida contra el sistema imperialista que es el causante de tanto sufrimiento y muerte aquí y por todo el mundo, entonces no podremos acabar con la raíz profunda de todos los problemas que nos afectan a las masas populares. Debemos atrevernos a luchar por un mundo sin imperialismo, organizándonos para hacer nacer un mundo mejor, donde se nos trate como seres humanos, se reconozca la diversidad humana al tiempo que se trabaja de manera colectiva por el desarrollo integral y armónico de los seres humanos y de la humanidad con la naturaleza, una sociedad que no se sustente sobre la opresión y la explotación de las masas populares, sino que por el contrario tenga como principio rector el servir al pueblo.

Los jóvenes del pueblo debemos unirnos y apoyar las justas luchas del pueblo, usar la cabeza para plantear problemas y soluciones, partir de la realidad para encontrar la verdad, y asumir seriamente nuestra responsabilidad histórica. Debemos animar a la gente de nuestros barrios, de las fábricas, de los colegios para que despierten y luchemos juntos en contra de nuestro enemigo común, que vean que la gente del pueblo no somos el problema sino la solución. Debemos luchar por despertar la fuerza infinitamente creadora y potencialmente incontenible de las masas para transformar el mundo en función de sus intereses más elevados.

¡Por el derecho a la vida, organizarse y resistir!
¡No queremos ser asesinos del pueblo, no al servicio militar obligatorio!
¡Se justifica la rebelión, se necesita la revolución!
¡De norte a sur, de oriente a occidente unir las luchas del pueblo!
¡Contra la brutalidad policial, organizarse y resistir!



Jóvenes Antiimperialistas, julio 2009

martes, 14 de julio de 2009

Poema: Desgastado


Desgastados están mis zapatos

de caminar por las trochas

de mi asquerosa vida.

Desgastados están mis pies

de caminar por el estrecho

laberinto de este sistema.


Desgastado está mi cuerpo

de trabajar para el tirano.

Desgastado está el fusil

que empuño atravesando la

montaña hacia la libertad.


Pero mi vida no se desgastará más,

cuando atraviese esta montaña.


Mi vida no se desgastará más,

cuando desde lo alto de la

montaña, vea un nuevo sol teñir

de rojo el cielo.


Mi vida no se desgastará más,

cuando nosotros, los todo, atravesemos

esta montaña y el nuevo sol

pinte nuestras vidas de rojo.


Mi vida no se desgastará más,

cuando el pueblo tenga el

poder.



Juan (Joven Antiimperialista)

domingo, 12 de julio de 2009

Jóvenes: ¡respondamos a los opresores con una oleada de lucha popular!


… los jóvenes del pueblo hemos tenido que soportar a las hienas policiales y militares resoplándonos en la nuca más de lo habitual. Hemos visto a centenares de efectivos de este estado pavoneándose por nuestros barrios, con camiones llenos de gente cuyo único delito era “estar comprando unos cigarrillos en la esquina de la casa” o “estar jugando parqués con los vecinos en la tienda y no llevar los papeles” o, incluso, como le ocurrió a un par de niños de 12 años en Copacabana, “estar chiflando a la caravana de tombos que les interrumpió el ´piquecito de fútbol` en la calle” mientras pasaban, por lo que fueron detenidos “para que aprendieran a respetar” según la torcida lógica del cerdo que los obligó a montarse al furgón. Han atestado los calabozos con cientos de niños, hombres y mujeres del pueblo en barrios de la ciudad como Aranjuez, Manrique, Campo Valdés, Santa Cruz, etc… y algunos municipios cercanos como Bello y Copacabana, apiñándonos como salchichas y empadronando a todos y cada uno de los que han caído en sus garras, obligando a que se explique en detalle tanto las actividades en que se desempeñan los detenidos y sus familiares, como la dirección y número telefónico de los domicilios.

La reacción se ha concentrado en atacar principalmente a la juventud popular, por ser un sector altamente explosivo y potencialmente muy rebelde. En la práctica, este sistema está criminalizando a toda una generación de jóvenes del pueblo. Con frecuencia, llegan los tombos, paracos y soldados a nuestros barrios y parches acosando, golpeando, insultando, atropellando y hasta matándonos por el mero hecho de dizque tener el pelo largo, o rapado, o teñido, o usar ropa ancha o estrecha, o vestirse de negro o con colores vistosos, o ir de mochila o descomplicado, o ponerse aretes o gorra, o estar fumando o tomando… o por esto o aquello… y así hasta la náusea, pues realmente utilizan cualquier cosa como pretexto para aplicar su brutalidad contra nosotros, los hijos de los trabajadores. Se agarran de cualquier pretexto para aplicar su brutalidad contra nosotros, los hijos del pueblo. De hecho, y para poner un ejemplo extremo, este Estado está complementando esas rondas militaristas por los barrios con una creciente campaña de requisas y detenciones policiales en colegios y escuelas, de la misma forma en que lo vienen haciendo ampliamente desde hace un par de años en ciudades como Bogotá, Cali o Pasto, donde inclusive han impuesto toques de queda diurnos en las calles para detener a los estudiantes que no asistan al colegio, convirtiendo los centros educativos en verdaderas cárceles donde hasta los cerdos dan charlas sobre dizque “convivencia ciudadana”, alentando a los jóvenes para que se metan de sapos, “cooperen” con los opresores y traicionen a su pueblo.

Estas medidas de corte cada vez más fascista, con que refuerzan el ambiente de terror y zozobra que se vive usualmente en las barriadas y que recuerdan incluso los métodos aplicados por regímenes como el de Fujimori en el Perú o el de Pinochet en Chile, son la viva materialización de los planes que han trazado los imperialistas, principalmente norteamericanos, en conjura con sus títeres locales para afianzar más su posición dominante en la sociedad colombiana. En particular, los opresores están retorciendo más las clavijas que los mantienen en el poder y atan al pueblo a la moderna maquinaria de esclavitud imperialista, aplicando políticas tan reaccionarias, militaristas y antipopulares como las del Plan Colombia o la tan cacareada “seguridad democrática” del lacayo Uribe. Así es, mientras los explotadores locales y extranjeros intensifican su voraz saqueo y escurren con mayor avaricia hasta la última gota de sudor y sangre popular en campos y fábricas, se empeñan en ejercer una dictadura más atroz contra las masas.

Ahora bien, la sarta de mentiras con que los portavoces de este sistema han pretendido explicar su particular saña contra los jóvenes del pueblo se reduce básicamente a dos cosas: un supuesto “incremento de acciones violentas entre pandillas juveniles” y “su creciente consumo de drogas”. Por ejemplo, un comandante de la Policía de Cundinamarca, el cerdo coronel Fabio Castañeda, afirmó que “la Secretaría de Educación local apoya las jornadas (de requisas dentro de los colegios) como una de las fórmulas para bajar la violencia especialmente entre pandillas juveniles”.

¡El cinismo de los más grandes matones de este país no tiene límite! Ahora resulta que los asesinos a sueldo de la burguesía y los terratenientes, vienen a protegernos de nosotros mismos. ¡No faltaba más! Los pequeños delitos cometidos por los jóvenes del pueblo, muchas veces arrastrados por sus miserables condiciones de vida, no se comparan en nada con los grandes crímenes cometidos por las clases dominantes contra el pueblo, con el genocidio y saqueo a que nos han sometido durante siglos aplicando una política de “medir los resultados en litros de sangre”, tal como dijo recientemente el general Padilla. Es cierto que el individualismo, el egoísmo y el sectarismo que nos ha inculcado este sistema hace agudizar muchas veces los problemas entre nosotros mismos al punto que los resolvemos a golpes y no por la vía democrática-popular, que es como se deben resolver las divergencias entre el mismo pueblo; sin embargo, esta situación y sus resultados no pueden compararse nunca con las atrocidades cometidas por el Estado (sí, ¡por este Estado que también cobija a los paramilitares!) como las más de 1300 fosas comunes abiertas en dos años con restos de centenares de campesinos y luchadores sociales torturados y desmembrados, o como las más de 1000 ejecuciones extrajudiciales (asesinatos ilegales, según su lógica macabra) cometidos por la “Fuerza Pública” desde el 2002, o como los más de 558 casos de asesinatos contra personas del pueblo en “falsos positivos” como el de la reciente noticia de los más de 100 jóvenes desaparecidos por el ejército y los paracos en el sur de Bogotá que aparecieron muertos en Norte de Santander luego de ser reportados cínicamente como “muertos en combate” por el ejército.

Los opresores nos viven echando la culpa de las porquerías que ellos mismos hacen, y luego vienen a reprimirnos con esa excusa. Ellos, que durante años se han enriquecido del jugoso negocio del narcotráfico mientras han desatado una feroz guerra contra el pueblo con el pretexto de estar combatiéndolo; ellos, que han atiborrado los mercados internacionales de droga a costa de millones de vidas para los pueblos del mundo; ellos, que han inundado nuestros barrios con alucinógenos que, además de engordarles los bolsillos, dejan en un estado de postración a las masas que los consumen para cuando el estado llega a reprimir; en fin, ellos, que sostienen y se sirven de este estado narcotraficante, ¡nos vienen a señalar de drogadictos y basura para la sociedad! El problema del consumo de drogas no se le puede achacar a las víctimas, sino a los reaccionarios y su asqueroso sistema, con toda la basura y miseria que implican para las masas.

No podemos permitir que se nos siga señalando y criminalizando por el mero hecho de ser jóvenes y del pueblo. Este sistema decadente quiere hundir a esta generación con él y tenemos que dejarle muy claro que no lo vamos a soportar, que se nos ha llenado la tapa con tantas humillaciones y que no haremos las paces con él. A los jóvenes del pueblo, y en especial a los más rebeldes, osados y radicales, nos corresponde asumir la responsabilidad de despertar a los miles que aún hoy se encuentran aletargados y pasivos, mostrando que los verdaderos intereses de este sistema son la opresión y la explotación, y que su programa para la juventud es de mayor represión y no corresponde a los intereses del pueblo, como incluso lo está creyendo un sector de éste.

Tenemos que levantar la más enérgica voz de protesta contra todo el proyecto reaccionario que tienen los opresores para la sociedad colombiana. Debemos tomarnos las calles, los colegios, las fábricas, los parches, los toques y difundir este mensaje con osadía. Hay que atrevernos a romper con lo que habitualmente se hace, platica y discute en los lugares que habitamos y frecuentamos, generando espacios donde realmente se debatan nuestros problemas y sus soluciones, e introduciendo firmemente el mensaje de que sólo combatiendo a este sistema es posible lograr cambios significativos en nuestras vidas. Tenemos que adquirir conciencia de que lo que está en juego ahora para los jóvenes oprimidos es muy importante, pues este sistema quiere repetir con nosotros la dolorosa historia de torturas, genocidio y represión en masa con que intentaron doblegar los sentimientos y lucha populares de las generaciones anteriores, a la vez que nos niegan esa historia, como un aspecto clave en su guerra contra el pueblo.

Hay que generar una oleada de lucha juvenil revolucionaria como parte de la lucha que debe asumir el pueblo contra el imperialismo y sus lacayos. Para lograrlo, para afectar seriamente a este sistema y, en última instancia, ser partícipes y testigos de su destrucción, debemos estar bien organizados y orientados por una línea consecuentemente revolucionaria, que nos permita evitar las trampas que ponen los reaccionarios con el objetivo de que caigamos en sus juegos y tramoyas. Sólo luchando así y en forma perseverante con el resto del pueblo, podremos aspirar a vivir en un sociedad donde sean los intereses de la inmensa mayoría, y no los de unos cuantos parásitos, los que se pongan al mando, donde seamos tratados como seres humanos y no como animales de carga, donde se nos permita explorar el mundo y transformarlo concientemente; en fin, sólo con una consecuente lucha antiimperialista podremos resolver los problemas de nuestro pueblo y construir una sociedad infinitamente superior a ésta.

¡Contra la criminalización de la juventud popular, la rebelión se justifica!
¡Contra la brutalidad policial, organizarse y resistir!
¡De norte a sur, de oriente a occidente unir las luchas del pueblo!
¡Atreverse a rebelarse! ¡Atreverse a hacer revolución! ¡Atreverse a romper las cadenas!
¡Se justifica la rebelión, se necesita la revolución!

Jóvenes Antiimperialistas

viernes, 3 de julio de 2009

Poema: LOA DE LA DIALÉCTICA


Con paso firme se pasea hoy la injusticia.
Los opresores se disponen a dominar otros diez mil años más.
La violencia garantiza: “Todo seguirá igual.”
No se oye otra voz que la de los dominadores, y en el mercado grita la explotación: “Ahora es cuando empiezo.
Y entre los oprimidos, muchos dicen ahora:
“Jamás se logrará lo que queremos.”
Quien aún esté vivo no diga “jamás”. Lo firme no es firme.
Todo no seguirá igual.
Cuando hayan hablado los que dominan, hablarán los dominados.
¿Quién puede atreverse a decir “jamás”?
¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros.
¿De quién que se acabe? De nosotros también.
¡Que se levante aquél que está abatido!
¡Aquél que está perdido, que combata!
¿Quién podrá contener al que conoce su condición?
Pues lo vencidos de hoy son los vencedores de mañana
y el jamás se convierte en hoy mismo.


Bertolt Brecht

¡Apoyar la justa lucha del pueblo palestino!

Problema Agrario y Dependencia en Colombia

La cara oculta de Facebook

Gracias Tio Sam

El Agulila Calva - Grupo Naxalbari

NI FU NI FA (ska-p)

Frijolero - Molotov

Opresión - Pedro Mo

Don Samuel

Manifiesto - Pedro Faura

Uribe Lame Botas No 1 de EE.UU

Antiimperialista: Fe de Ratas

Inti Illimani - Canción del Poder

Tio Sam - Ska-P

Musica de los Corteros de Caña

José de Molina - El camaleón

America Latina Obrera

Resistire – Muertos de Cristo

El Pueblo Unido Jamas Será Vencido -Banda Bassoti

Intifada

Por Razones de Estado de Bogotá

Manifiesto - Jose de Molina