“Donde no hay indios no hay plata” dicho franciscano del siglo XVI.
“Donde no plata, no entra el evangelio” obispo Mota y Escobar siglo XVII.
Ya vienen,
ya llegan,
ya apestan en limpio paisaje de mi patria:
son los franciscanos y los capuchinos,
son los dominicos y los jesuitas,
son los Caballeros y los Gongoras,
semen de cucarachas conventuales,
tonsurados de piojos teocráticos,
saliva oscura y traicionera.
Ya horadan y ennegresian el sol de nuestro Incas;
ya sacan los halcones de esmeraldas y perlas,
que son el llanto hecho cristal de nuestros Chibchas;
ya recorren en baúles el paisaje y el oro,
que son el trabajo hecho lámpara de nuestros Mayas;
ya entierran la puñaleta de su cruz
en espalda latigada de los Guaraníes;
ya expanden sus llamas teológicas
_alquitrán y la lava de dioses feudales,
Fetido humo de dioses imperiales_
contra los Quinbayas y contra los aztecas
y sus almanaques de plata y lentejuelas;
ya disparan sus idiotas anatemas
contraTupac y Yupanqui,
contra Catari y Atahualpa,
contra Rafael y Nutibara,
contra el indígena que busca la ruta libertaria.
Ya llegaron
ya vociferan de memoria la santidad del rico puritano,
la resignación de los esclavos,
la divinidad del rey de las colonias;
ya entonan su sermón patibulario
como beatífico escarmiento
contra la insurrección del pueblo subyugado,
contra el líder patriota masacrado,
contra el capitán comunero desmembrado por estacas y potros,
contra el hijo del pueblo descuartizado en prisiones y poblados
bajo el odio metálico de los responsos y campanas.
Ya aturden y envenenan de inspiración del pueblo;
ya vomitan sus emanaciones de pus santificada,
contra el subdito indiano y sus hijas violadas.
Son los mercaderes del reino,
de los de sal corrompida por la vida en el ojo,
pregonando lo dicho por el papa romano:
la eternidad del opresor
las cadenas del cielo para el pobre.
Descienden de mammón y su cortejo filisteo;
con su cacharrería espiritual y alucinante
y sus bolsos preñados de Monedas traidoras;
los confidentes de la esposa del cornudo,
los que preparan la mansedumbre de los explotados
y apoyan desde el cielo al matón del imperio:
los masturbadores de sacristanes y de mudos,
los publicistas de la doble bofetada
del monarca y el amo contra los esclavos,
los que participan del reino los opresores
en este mundo de clases,
con su mitra y su anillo
y sus garfios de hierros sanguinarios
“Donde no plata, no entra el evangelio” obispo Mota y Escobar siglo XVII.
Ya vienen,
ya llegan,
ya apestan en limpio paisaje de mi patria:
son los franciscanos y los capuchinos,
son los dominicos y los jesuitas,
son los Caballeros y los Gongoras,
semen de cucarachas conventuales,
tonsurados de piojos teocráticos,
saliva oscura y traicionera.
Ya horadan y ennegresian el sol de nuestro Incas;
ya sacan los halcones de esmeraldas y perlas,
que son el llanto hecho cristal de nuestros Chibchas;
ya recorren en baúles el paisaje y el oro,
que son el trabajo hecho lámpara de nuestros Mayas;
ya entierran la puñaleta de su cruz
en espalda latigada de los Guaraníes;
ya expanden sus llamas teológicas
_alquitrán y la lava de dioses feudales,
Fetido humo de dioses imperiales_
contra los Quinbayas y contra los aztecas
y sus almanaques de plata y lentejuelas;
ya disparan sus idiotas anatemas
contraTupac y Yupanqui,
contra Catari y Atahualpa,
contra Rafael y Nutibara,
contra el indígena que busca la ruta libertaria.
Ya llegaron
ya vociferan de memoria la santidad del rico puritano,
la resignación de los esclavos,
la divinidad del rey de las colonias;
ya entonan su sermón patibulario
como beatífico escarmiento
contra la insurrección del pueblo subyugado,
contra el líder patriota masacrado,
contra el capitán comunero desmembrado por estacas y potros,
contra el hijo del pueblo descuartizado en prisiones y poblados
bajo el odio metálico de los responsos y campanas.
Ya aturden y envenenan de inspiración del pueblo;
ya vomitan sus emanaciones de pus santificada,
contra el subdito indiano y sus hijas violadas.
Son los mercaderes del reino,
de los de sal corrompida por la vida en el ojo,
pregonando lo dicho por el papa romano:
la eternidad del opresor
las cadenas del cielo para el pobre.
Descienden de mammón y su cortejo filisteo;
con su cacharrería espiritual y alucinante
y sus bolsos preñados de Monedas traidoras;
los confidentes de la esposa del cornudo,
los que preparan la mansedumbre de los explotados
y apoyan desde el cielo al matón del imperio:
los masturbadores de sacristanes y de mudos,
los publicistas de la doble bofetada
del monarca y el amo contra los esclavos,
los que participan del reino los opresores
en este mundo de clases,
con su mitra y su anillo
y sus garfios de hierros sanguinarios
Juvenal Herrera Torres
No hay comentarios:
Publicar un comentario