Con las políticas de agresión lanzadas principalmente por el imperialismo yanqui después del 11 septiembre, una mayor represión se ha lanzado a nivel mundial contra los pueblos del mundo y las masas populares. El mensaje de los policías del mundo es muy claro para los oprimidos, ellos tienen el derecho de invadir y someter a cualquier pueblo. Las contradicciones entre imperialistas los han llevado a acentuar más la explotación de las masas por medio de las guerras de agresión. En su dinámica de expandir el capital y apoderarse de nuevos mercados para poder subsistir, han trazado nuevas políticas de agresión en contra de las naciones oprimidas, enmascarando estas guerras como “guerras contra el terrorismo”, cuando no son más que políticas encaminadas a reconfigurar el mundo de acuerdo a sus intereses estratégicos para dominar la economía mundial y someter a sus rivales imperialistas, donde la vida de millones de personas les importa un comino en cuanto entorpezcan sus políticas de explotación y saqueo. La dinámica misma del sistema imperialista hace que tracen sus políticas económicas a nivel mundial a través de sus corporaciones como OMC, BM y FMI, por medio de las cuales le impone a cada país su papel en la distribución mundial del trabajo, obligando a los países del tercer mundo a producir lo que no se consume en estos países, sino lo que les interesa a los imperialistas para sus economías, dándose el derecho de explotar y chuparse la sangre de millones de personas por todo el mundo. Pero sus planes de opresión y de explotación no las han podido hacer realidad en aguas mansas. Movilizaciones anti globalización que se dieron en varias partes del mundo como en Seattle y Génova ya mostraban a nivel mundial un despertar de ciertos sectores sociales en contra de las políticas imperialistas, movilizaciones que se fueron haciendo mucho más grandes y fuertes donde acudían personas de todo el mundo; jóvenes, principalmente, protestaban contra las políticas económicas del imperialismo. Numerosas movilizaciones y diversos estallidos de protesta y rebelión se fueron acrecentando por todo el mundo contra el imperialismo, repudiando y protestando contra las invasiones que hicieran a Afganistán e irak. Millones de personas de diversos sectores sociales salieron a la calles a manifestarse, ya no contra políticas económicas, sino elevando el nivel de la lucha y la confrontación en contra del sistema capitalista. Lo que demuestra una vez más que las masas populares no se resignan a cumplir el papel que las clases dominantes quieren imponerles por todo el mundo. Desde Palestina, pasando por Afganistán e Irak, desde las entrañas de la bestia (Estados Unidos) hasta Europa y, más cerca, en todos los países de América Latina, y en nuestro país, las masas demuestran con su coraje y osadía que no están dispuestas a dejarse pisotear más por el imperialismo. Y en todas estas manifestaciones la juventud con su rebeldía e irreverencia han tomado un papel protagónico junto a muchos más sectores sociales que han visto como una necesidad la resistencia en contra del imperialismo. Se forja así, en medio de las tormentas revolucionarias, una nueva generación de luchadores que están dispuestos a estar en las primeras líneas de combate en contra del sistema.
Los dos caminos para la juventud
Claramente en la escena política se demarcan dos campos contrarios que luchan por ganarse a los jóvenes del pueblo: por un lado las fuerzas reaccionarias del Estado y las organizaciones revisionistas, reformistas y socialdemócratas, que les crean ilusiones a los jóvenes dentro del sistema capitalista, y por el otro lado las fuerzas revolucionarias que luchan para que los jóvenes estén de este lado de las barricadas. El problema de qué línea política se debe seguir es una cuestión esencial que decidirá silos jóvenes del pueblo, los jóvenes revolucionarios quieren enfrentarse al imperialismo y hacer la revolución, o no. La diferencia entre la línea revolucionaria y la línea reaccionaria o reformista que guiará el movimiento juvenil radica en si se arma a los jóvenes con una política que en medio de la lucha de clases forje un movimiento juvenil que se una a las luchas de los pueblos del mundo en contra del imperialismo o si por el contrario lleva a los jóvenes a que degeneren en la colaboración de clases que señala la burguesía y los reformistas. En la historia de la lucha de clases, el papel que han jugado los jóvenes revolucionarios en los movimientos sociales ha sido esencial para medir el nivel de la lucha y el grado en que se puede desarrollar ésta. En los últimos tiempos la juventud viene participando más en las luchas del pueblo y viene tomando un papel de vanguardia al estar en las primeras filas de las protestas populares por todo el mundo. Y los jóvenes del pueblo en Colombia no han sido la excepción cuando se han puesto en las primeras líneas de combate, poniendo al servicio del pueblo su tenacidad, valor y e irreverencia cuando se enfrentan a las fuerzas represivas del Estado. Colombia es un país que cuenta con por lo menos 13 millones de jóvenes y la mayoría de ellos no ven un futuro que les pueda ofrecer el sistema capitalista, ni siquiera a largo plazo, por fuera de lo que es padecer hambre, miseria y represión. Esta bomba de tiempo en que se convierten tantos jóvenes sin nada que hacer y mucho menos sin nada que perder, han puesto en alerta al Estado colombiano, que en la última década le viene prestando demasiada atención a este fenómeno y ha venido desarrollado unas políticas concretas encaminadas a canalizar a la mayor cantidad de jóvenes para que giren en torno a sus políticas estatales.
Para poder materializar sus planes, el Estado ha elaborado una política integral de acercamiento y asimilación de la juventud, utilizando para este fin numerosos mecanismos para canalizar su rebeldía e irreverencia hacia sus políticas con una fuerte carga ideológica que gira en torno a su cacareada paz y convivencia pacífica. Es así como últimamente nos vemos saturados de innumerables organizaciones juveniles de todo tipo, que buscan aplacar la inconformidad de los jóvenes; desde las organizaciones juveniles de los partidos tradicionales como el Liberal y el Conservador y últimamente las más de moda como las juventudes uribistas y del Polo Democrático, hasta la formación de numerosas ONO que se dicen por fuera del Estado pero están en permanente colaboración con él a través de su políticas de corporativización y pacificación de la juventud, como lo son, por ejemplo; Red de Paz, Jóvenes en Acción, Opción Colombia, Colombia Joven, Red Juvenil, con sus políticas de la no violencia activa, lo que desarma ideológicamente a los jóvenes al plantearles que todo tipo de violencia es mala, sin distinguir entre explotadores y explotados, haciendo convenios con el Sena, en capacitación y formación de microempresas, creando ilusiones de salir de la pobreza dentro de este sistema hambreador y genocida. También hace parte de estos planes la incorporación de miles de jóvenes a las fuerzas represivas del Estado como la policía y el ejército o el reclutamiento de éstos para los grupos de paramilitares y la red de informantes o colaboradores de la policía; no es raro que por la Internet, los principales links de la mayoría de las organizaciones juveniles sean en conexión fácil con cualquier fuerza represiva del Estado, llamándolos a participar o colaborar con ellos. Para la mayoría de los jóvenes que no le caminan a estas propuestas, les tiene reservado políticas fascistas de militarización de los campos y barriadas de las ciudades, empadronamiento, allanamientos sin justificación, permanente hostigamientos por el solo hecho de ser jóvenes y pobres e irse en contra de lo establecido, lo cual nos tiene como un elemento explosivo y inmanejable dentro de la sociedad por el hecho de no querer ser asimilados dentro de sus políticas de “pacificación” de las barriadas. Pero el futuro no es totalmente negro como nos lo ofrece el capitalismo. Al otro extremo esta el camino del pueblo, el camino revolucionario de no hacer la paz con el imperialismo y la reacción. Por el contrario nos falta mucho camino por recorrer y mucho que ganar. Sólo luchando al lado del pueblo será posible barrer las cadenas que nos oprimen. Este sistema no ofrece nada para las masas populares fuera de hambre y miseria, es un deber de los jóvenes del pueblo estar al lado de las barricadas para tumbar este sistema como único camino para liberación y poder aspirar a que se acabe la miseria, la explotación y la represión contra nosotros, nuestro pueblo y demás pueblos oprimidos del mundo.
Asumir nuestro papel en la sociedad
La situación actual por la que atraviesa el país y el mundo entero, con grandes desórdenes y esperanzas para los oprimidos, exige que los jóvenes tomemos posición frente al actual estado de cosas. La unidad del pueblo en este momento es urgente y necesaria para hacerle frente al imperialismo, pero debe ser una unidad basada en principios que verdaderamente le sirvan al pueblo y que luche por derrocar el imperialismo, que se sume al gran torrente revolucionario que hay por todo el mundo, como el llamado que hace el Movimiento de Resistencia Popular Mundial en su lucha para levantar a los pueblos del mundo en resistencia contra el imperialismo. Jóvenes, nuestro pueblo espera mucho de nosotros. Para hacer parte de la resistencia mundial necesitamos unirnos como una sola masa, dejando de lado el egoísmo y el individualismo que no son características del pueblo, sino que por el contrario le hacemos el juego al imperialismo en su afán enfrentar masas contra masas; al contrario debemos poner al servicio del pueblo nuestra tenacidad, irreverencia y rebeldía, como también nuestra vitalidad, es decir; usar la cabeza para plantear los problemas y las soluciones, asumir seriamente nuestras responsabilidades, basarse en la comprensión de la realidad y buscar la verdad en los hechos, también ser respetuosos y honrados para con las masas populares, hacer concordar las acciones con las palabras y trabajar con perseverancia. Esas son las cualidades que los jóvenes deben poner al servicio del pueblo como parte de la luchas para hacerle frente al enemigo. Las Brigadas Antiimperialistas llamamos a todos los jóvenes del pueblo ha unirnos y hacer un frente común en contra de todos las cadenas que nos oprimen; la explotación, la represión, el hambre, las injusticias, la penalización de las protestas populares, para esto es necesario trabajar arduamente en la construcción de un movimiento juvenil antiimperialista que haga parte de las luchas de los pueblos del mundo en contra del imperialismo, para que el pueblo pueda tomar el destino en sus propias manos.
¡Jóvenes, la rebelión se justifica! ¡Organizarse y resistir! ¡Fuera yanquis de Colombia y todo el mundo! ¡Apoyar la resistencia del pueblo iraquí y el pueblo afgano ¡Apoyar las justas luchas del pueblo palestino! ¡Apoyar el Movimiento de Resistencia Popular Mundial! ¡Contra la brutalidad policial, la rebelión se justifica! ¡Con la lucha se conquistan libertades y derechos, con la lucha se defienden!
Los dos caminos para la juventud
Claramente en la escena política se demarcan dos campos contrarios que luchan por ganarse a los jóvenes del pueblo: por un lado las fuerzas reaccionarias del Estado y las organizaciones revisionistas, reformistas y socialdemócratas, que les crean ilusiones a los jóvenes dentro del sistema capitalista, y por el otro lado las fuerzas revolucionarias que luchan para que los jóvenes estén de este lado de las barricadas. El problema de qué línea política se debe seguir es una cuestión esencial que decidirá silos jóvenes del pueblo, los jóvenes revolucionarios quieren enfrentarse al imperialismo y hacer la revolución, o no. La diferencia entre la línea revolucionaria y la línea reaccionaria o reformista que guiará el movimiento juvenil radica en si se arma a los jóvenes con una política que en medio de la lucha de clases forje un movimiento juvenil que se una a las luchas de los pueblos del mundo en contra del imperialismo o si por el contrario lleva a los jóvenes a que degeneren en la colaboración de clases que señala la burguesía y los reformistas. En la historia de la lucha de clases, el papel que han jugado los jóvenes revolucionarios en los movimientos sociales ha sido esencial para medir el nivel de la lucha y el grado en que se puede desarrollar ésta. En los últimos tiempos la juventud viene participando más en las luchas del pueblo y viene tomando un papel de vanguardia al estar en las primeras filas de las protestas populares por todo el mundo. Y los jóvenes del pueblo en Colombia no han sido la excepción cuando se han puesto en las primeras líneas de combate, poniendo al servicio del pueblo su tenacidad, valor y e irreverencia cuando se enfrentan a las fuerzas represivas del Estado. Colombia es un país que cuenta con por lo menos 13 millones de jóvenes y la mayoría de ellos no ven un futuro que les pueda ofrecer el sistema capitalista, ni siquiera a largo plazo, por fuera de lo que es padecer hambre, miseria y represión. Esta bomba de tiempo en que se convierten tantos jóvenes sin nada que hacer y mucho menos sin nada que perder, han puesto en alerta al Estado colombiano, que en la última década le viene prestando demasiada atención a este fenómeno y ha venido desarrollado unas políticas concretas encaminadas a canalizar a la mayor cantidad de jóvenes para que giren en torno a sus políticas estatales.
Para poder materializar sus planes, el Estado ha elaborado una política integral de acercamiento y asimilación de la juventud, utilizando para este fin numerosos mecanismos para canalizar su rebeldía e irreverencia hacia sus políticas con una fuerte carga ideológica que gira en torno a su cacareada paz y convivencia pacífica. Es así como últimamente nos vemos saturados de innumerables organizaciones juveniles de todo tipo, que buscan aplacar la inconformidad de los jóvenes; desde las organizaciones juveniles de los partidos tradicionales como el Liberal y el Conservador y últimamente las más de moda como las juventudes uribistas y del Polo Democrático, hasta la formación de numerosas ONO que se dicen por fuera del Estado pero están en permanente colaboración con él a través de su políticas de corporativización y pacificación de la juventud, como lo son, por ejemplo; Red de Paz, Jóvenes en Acción, Opción Colombia, Colombia Joven, Red Juvenil, con sus políticas de la no violencia activa, lo que desarma ideológicamente a los jóvenes al plantearles que todo tipo de violencia es mala, sin distinguir entre explotadores y explotados, haciendo convenios con el Sena, en capacitación y formación de microempresas, creando ilusiones de salir de la pobreza dentro de este sistema hambreador y genocida. También hace parte de estos planes la incorporación de miles de jóvenes a las fuerzas represivas del Estado como la policía y el ejército o el reclutamiento de éstos para los grupos de paramilitares y la red de informantes o colaboradores de la policía; no es raro que por la Internet, los principales links de la mayoría de las organizaciones juveniles sean en conexión fácil con cualquier fuerza represiva del Estado, llamándolos a participar o colaborar con ellos. Para la mayoría de los jóvenes que no le caminan a estas propuestas, les tiene reservado políticas fascistas de militarización de los campos y barriadas de las ciudades, empadronamiento, allanamientos sin justificación, permanente hostigamientos por el solo hecho de ser jóvenes y pobres e irse en contra de lo establecido, lo cual nos tiene como un elemento explosivo y inmanejable dentro de la sociedad por el hecho de no querer ser asimilados dentro de sus políticas de “pacificación” de las barriadas. Pero el futuro no es totalmente negro como nos lo ofrece el capitalismo. Al otro extremo esta el camino del pueblo, el camino revolucionario de no hacer la paz con el imperialismo y la reacción. Por el contrario nos falta mucho camino por recorrer y mucho que ganar. Sólo luchando al lado del pueblo será posible barrer las cadenas que nos oprimen. Este sistema no ofrece nada para las masas populares fuera de hambre y miseria, es un deber de los jóvenes del pueblo estar al lado de las barricadas para tumbar este sistema como único camino para liberación y poder aspirar a que se acabe la miseria, la explotación y la represión contra nosotros, nuestro pueblo y demás pueblos oprimidos del mundo.
Asumir nuestro papel en la sociedad
La situación actual por la que atraviesa el país y el mundo entero, con grandes desórdenes y esperanzas para los oprimidos, exige que los jóvenes tomemos posición frente al actual estado de cosas. La unidad del pueblo en este momento es urgente y necesaria para hacerle frente al imperialismo, pero debe ser una unidad basada en principios que verdaderamente le sirvan al pueblo y que luche por derrocar el imperialismo, que se sume al gran torrente revolucionario que hay por todo el mundo, como el llamado que hace el Movimiento de Resistencia Popular Mundial en su lucha para levantar a los pueblos del mundo en resistencia contra el imperialismo. Jóvenes, nuestro pueblo espera mucho de nosotros. Para hacer parte de la resistencia mundial necesitamos unirnos como una sola masa, dejando de lado el egoísmo y el individualismo que no son características del pueblo, sino que por el contrario le hacemos el juego al imperialismo en su afán enfrentar masas contra masas; al contrario debemos poner al servicio del pueblo nuestra tenacidad, irreverencia y rebeldía, como también nuestra vitalidad, es decir; usar la cabeza para plantear los problemas y las soluciones, asumir seriamente nuestras responsabilidades, basarse en la comprensión de la realidad y buscar la verdad en los hechos, también ser respetuosos y honrados para con las masas populares, hacer concordar las acciones con las palabras y trabajar con perseverancia. Esas son las cualidades que los jóvenes deben poner al servicio del pueblo como parte de la luchas para hacerle frente al enemigo. Las Brigadas Antiimperialistas llamamos a todos los jóvenes del pueblo ha unirnos y hacer un frente común en contra de todos las cadenas que nos oprimen; la explotación, la represión, el hambre, las injusticias, la penalización de las protestas populares, para esto es necesario trabajar arduamente en la construcción de un movimiento juvenil antiimperialista que haga parte de las luchas de los pueblos del mundo en contra del imperialismo, para que el pueblo pueda tomar el destino en sus propias manos.
¡Jóvenes, la rebelión se justifica! ¡Organizarse y resistir! ¡Fuera yanquis de Colombia y todo el mundo! ¡Apoyar la resistencia del pueblo iraquí y el pueblo afgano ¡Apoyar las justas luchas del pueblo palestino! ¡Apoyar el Movimiento de Resistencia Popular Mundial! ¡Contra la brutalidad policial, la rebelión se justifica! ¡Con la lucha se conquistan libertades y derechos, con la lucha se defienden!