Levantate Campesino - José de Molina

Mestizaje

Bases Militares Yanquis en Colombia

domingo, 26 de abril de 2009

La misión de esta generación


Toda generación deja su sello en el mundo. Pero no toda generación vive en tiempos que hacen historia, en épocas de gran cambio. La generación que se sublevó para acabar con la esclavitud… la generación que claudicó ante los nazis como “buenos alemanes”… a unas generaciones se las recuerda con aplauso o con desprecio. Hoy la generación de ustedes tiene una mayor responsabilidad que las dos mencionadas.

Ser joven en el mundo de hoy es como estar al borde de un precipicio. Por un lado está el desplome hacia la pesadilla imperialista. Por el otro lado está el camino de tremenda lucha, osadía y sacrificio, pero también de nuevas vistas del potencial humano, nuevas cumbres de posibilidades revolucionarias.

La misión de esta generación debe ser parar las guerras por el imperio, cambiar la dirección fascista por la que va la sociedad y crear una alternativa viable a las alternativas de consumismo sobre las espaldas de millones de millones de personas en todo el mundo o un fundamentalismo religioso fanático y reaccionario. ¡Eso quiere decir luchar por crear un mundo radicalmente nuevo! El éxito o fracaso de esta generación en esa misión afectará a cientos de millones de seres humanos
en este país y el resto del mundo por muchísimo tiempo.

Esta generación necesita nuevas voces, que, gritando a voz en cuello, demanden cambios y que hagan cambios. Es necesario que se organicen; es necesario que se lancen a la calle; que confronten al sistema en la esfera ideológica y política; Esta generación también necesita participar en intensas conversaciones, debates y foros para ver que el mundo puede ser diferente y cómo; para forjar relaciones entre personas de diferentes puntos de vista pero que luchan por una meta común; para que pueda surgir algo verdaderamente substancial, vibrante y nuevo.

Tenemos que forjar y vivir una nueva moral: una moral que valore la verdad aunque no sea popular, que aprecie la igualdad entre naciones y entre hombres y mujeres, y la vida de los demás seres del mundo como la propia. Tenemos que descartar la apatía, el cinismo y bailar a nuevos ritmos, con una nueva música, y forjar una cultura de resistencia desafiante y llena de esperanza. Tenemos que soñar sueños radicales.
Tenemos que dejar en claro que hasta que se ponga en reverso la pesadilla apitalista-imperialista y hasta que se haya creado un mundo completamente mejor, el espíritu de rebelión política se difundirá, la resistencia crecerá y se paralizará la rutina normal.

Cuando esta generación asuma esta lucha, con fuertes vientos de guerra, represión y teocracia, tendrá que esforzarse por mantenerse firme. Eso requiere indagar a fondo en esta sociedad para ver por qué el mundo es como es: estudiar las raíces de los problemas, las gigantescas fuerzas de acumulación capitalista y las torcidas ideologías que generan. Esta generación debe buscar las respuestas y las soluciones, aun en lugares donde se le ha aconsejado no buscar.

La revolución y el comunismo inspiraron a una generación por todo el mundo por la promesa de cambios fundamentales para llevar a la humanidad a un mundo en que los hombres no opriman a la mujer; en que no haya la prepotencia de los blancos contra la gente de color; en que un puñado de capitalistas no se enriquezca a expensas del trabajo y sudor de millones de millones de seres humanos; en que no haya divisiones entre los que han recibido capacitación para trabajar con el intelecto y los demás (a quienes se les ha excluido de la vida intelectual y obligado a trabajar como bestias de carga); y en que un solo país no trate de dominar el mundo entero con prepotencia y salvajismo.
En vez de esto, necesitamos una sociedad en la que millones y millones de personas se levanten para crear un estado cualitativamente diferente, un poder revolucionario que sirva para transformar la sociedad, arrancando de raíz la opresión, la ignorancia y la explotación. Un mundo en el que millones usen ese poder estatal para prevenir el reverso a la pesadilla del capitalismo e imperialismo, en vez de que el estado sea lo que es hoy: un instrumento para extender la explotación y reprimir la resistencia.

¿Qué harán ustedes?

Cuando el mundo los bombardea con preguntas de qué van a ser cuando crezcan, es hora de contestar una pregunta diferente: ¿en qué clase de mundo quieren vivir y qué están dispuestos a hacer para forjarlo?

A todos los que rehúsan hacerse de la vista gorda cuando la tortura y la ocupación siguen día tras días, o esperar la próxima procesión de politiqueros que debatirán cuál es la mejor manera de subyugar pueblos enteros, de librar guerras en el planeta y de callar el disentimiento…

A todos los que les preocupa menos la ropa de moda y los últimos aparatos que el hecho de que jóvenes de su edad por todo el mundo tienen que trabajar de 12 a 14 horas al día para hacer esos productos para que los capitalistas se llenen los bolsillos…

A todos los que arden de impaciencia de deshacerse de este sistema que ha azotado e insultado incansablemente y siglo tras siglo a los pueblos oprimidos…
A todos los que se preocupan más por los niños de Irak que por saber quién es el papá de la niña de Anna Nicole…

A todos ustedes que sienten que algo está profundamente mal, pero que todavía no han encontrado su voz…

El mundo de veras depende de lo que ustedes harán.

… hay muchos, como ustedes, que anhelan un camino diferente.

Si ya están luchando contra el sistema, unámonos en esta lucha, extendamos los lazos de fraternidad y debatamos profundamente como salir de este atolladero imperialista.

Otro mundo es posible, pero no sin antes barrer con el sistema hambreador y opresivo del imperialismo y cambiar el curso por el que va la sociedad. Eso requerirá lucha. Requerirá trabajo. Requerirá estudio y mucho debate. Pero no hay nada más significativo ni más gozoso que tomar partido con los seres humanos del planeta, unirse con los soñadores y luchadores, y crear un mundo mucho mejor.

El mundo los espera. Está preguntando y pensando cuándo por fin asumirán la misión que les corresponde de parar esto y galvanizar la sociedad entera cuando lo hagan.


¡¡El momento es ya!!

Organicèmonos




Muchas veces nos preguntamos el por qué las masas populares tenemos que padecer tanto sufrimiento: sin dinero para comprar el alimento diario, ni para pagar el arriendo o los servicios públicos, desempleo o trabajos humillantes y mal pagos, desterrados forzosamente, reprimidas por la más mínima exigencia de justicia, cada año padeciendo a causa de inundaciones y sequías, etc. ¿por qué los del pueblo vivimos en la más profunda miseria y opresión?
Para comprender el porqué de esta situación debemos hacer un análisis correcto de la situación actual, y ver en qué tipo de país vivimos, y qué papel nos toca desempeñar a nosotros.
Primero que todo, Colombia es una nación oprimida por el imperialismo, principalmente el norteamericano, al que comúnmente llamamos imperialismo yanqui. Para dominar a nuestra nación y nuestro pueblo, el imperialismo se apoya en las clases dominantes, clases lacayas, arrodilladas, que viven de explotar y oprimir a la inmensa mayoría, que somos parte de las clases oprimidas. Las clases dominantes, que ejercen la peor dictadura contra el pueblo son la burguesía burocrática-compradora o gran burguesía y los terratenientes. Por otra parte las clases oprimidas a las cuales pertenece más del 90% de la población son: el proletariado, el campesinado, el semiproletariado, la pequeña burguesía, y la burguesía media o nacional.
En nuestro país, el imperialismo no sólo saquea los recursos naturales, practica el intercambio desigual de mercancías, sino que principalmente oprime con sus relaciones de producción, desarrollando en nuestro país un capitalismo de lo más voraz, que actúa como una sanguijuela chupando hasta la última gota de sudor y sangre del pueblo.
En fin, son el imperialismo, la gran burguesía y los terratenientes tres grandes montañas que oprimen al pueblo. En la nueva división internacional del trabajo —impuesta por el imperialismo principalmente yanqui— Colombia tiene que producir productos tropicales (como palma de aceite, café, banano, caña de azúcar, naranjas, etc.), ser fuente de recursos minerales (como el oro, hierro, níquel, esmeraldas), energéticos (electricidad, carbón, petróleo, gas), genéticos y biológicos, fuente de mano de obra barata, y ser un puente para el intercambio de mercancías entre ‘oriente y occidente’.
En Colombia se produce lo que no se consume y se consume lo que no se produce, por eso inundan el mercado de cachivaches, productos desechables, películas pornográficas y basuras, y se llevan las grandes riquezas producidas por las masas. Y tienen el plan de interconectar todas las carreteras y vías fluviales hasta las redes eléctricas, y hacer que las mercancías (cachivaches) norteamericanas y toda su basura se derrame con mucha mayor libertad por Suramérica, y hacer que el petróleo, el gas, la electricidad, los minerales, los recursos genéticos y especies tropicales fluyan con mucha mayor facilidad en sentido inverso. Esto está profundamente ligado al desplazamiento masivo de los campesinos, y para eso han armado y entrenado a los paramilitares.
La concentración de la propiedad de la tierra en las manos de los grandes terratenientes ya no tiene como único fin la producción agropecuaria, y/o el simple control de la población por medio de las amenazas y el miedo, sino además la especulación con el precio de la tierra, que está al alza gracias a los proyectos de inversión imperialista o estatal, ya sea para permanecer ociosa o para el turismo o para producir cosas que no necesitamos, como las flores.
Una población puede estar sentenciada por un proyecto de inversión que ni siquiera conoce, pero que lleva años gestándose en las oficinas de las transnacionales imperialistas y sus socios, y por ello cuando menos lo espera es desplazada violentamente sin saber ni siquiera por qué.
Es en estas condiciones es que la violencia reaccionaria se hace rentable como medio de desplazamiento de las comunidades rurales y/o urbanas. Ya ocurrió durante la colonización de la monarquía feudal esclavista española, de nuevo en las guerras civiles de los terratenientes y la gran burguesía del siglo XIX y en La Violencia de 1946 a 1958 (en esta última 2 millones de personas fueron desplazadas y 300 mil asesinadas, mientras se expandia la caña de azúcar y el algodón y subían los precios del café). Pero ahora para los terratenientes no se trata sólo de producción y/o coacción de la población, sino también de especulación para recoger las migajas de los grandes proyectos imperialistas.
La miseria es muy rentable para las clases dominantes, ya que esta es la base de su riqueza, si hay mucho desempleo, los salarios bajan, y las leyes laborales se flexibilizan para ser más “atractivos para la inversión extranjera”. Si los campesinos no cultivan el alimento necesario para la población nacional o son desterrados, el país se hunde mas en la dependencia alimentaria (que es una forma del imperialismo para controlar a cualquier nación que se rebele). La miseria y el hambre llegan a tal punto que muchos jóvenes se ven forzados a ingresar a las filas de los ejércitos reaccionarios (policía, ejército, paramilitares) por que no encuentran trabajo, y esta es su “única salida” para sostener a sus familias. Debemos negarnos y estar en contra de hacer parte de los ejércitos reaccionarios, y de ser informantes (sapos de los lacayos del imperialismo). Además las clases dominantes deben financiar la “estabilización” para consolidar a Colombia como el país modelo de la democracia semicolonial y semifeudal latinoamericana, o sea ellas requieren recursos para sus ejércitos parásitos reaccionarios, su corrupción y burocracia, y los asfixiantes impuestos no alcanzan para costearlos, por lo que necesitan la producción de drogas alucinógenas como fuente de recursos, y no solo eso, con la droga es por partida triple, ya que también es utilizada como pretexto para la intervención militar y política, y como forma de menguar la resistencia del pueblo, al debilitarlos ideológicamente por medio del consumo y la lumpenización de las nuevas generaciones.
Si analizamos bien, podemos ver con claridad que los causantes de la miseria, explotación, desempleo, descomposición social, etc., o sea de la mayoría de los males del pueblo son los imperialistas y sus lacayos (los grandes capitalistas y los terratenientes), y para acabar con este orden injusto de cosas, necesitamos una revolución que barra la dominación que ejerce el imperialismo, la gran burguesía y los terratenientes, una revolución de nueva democracia, como parte de la revolución proletaria mundial.
Para ello es necesario que las masas populares se organicen, y en particular la juventud. Los jóvenes oprimidos y explotados debemos tomar la iniciativa, ponernos a la cabeza de las luchas populares con arrojo, iniciativa y decisión, ser los primeros en denunciar al enemigo, desenmascarar a los que oprimen y explotan al pueblo, a los que violan y ultrajan a las masas, luchar en contra de la brutalidad policial y estar dispuestos a unirnos a los obreros y campesinos, apoyándolos en sus luchas.
Los jóvenes somos muy dados a luchar en contra de lo viejo y tendemos a buscar lo nuevo. Al luchar contra lo viejo debemos precavernos de no adoptar las cosas viejas disfrazadas de nuevas, hay que luchar por ganar las ideas y costumbres nuevas, lo que de verdad vaya en dirección de la revolución, que sea progresista y avanzado. Los jóvenes debemos animar al resto de gente de la barriada, de la fábrica, del colegio, a que hagan lo mismo. ¡Que los jóvenes marchemos adelante y que los viejos no se queden muy atrás!
Por otra parte no debemos esperar pasivos a que pasen las cosas, a que “otros” de pronto luchen en contra del sistema. Nosotros los jóvenes del pueblo no somos el problema (como no lo quieren hacer creer los reaccionarios y los medios de comunicación sino que podemos, y debemos ser parte importante de la solución, teniendo en cuenta que debemos luchar con sacrificio, con una profunda convicción de servir a pueblo, de apoyar todas las justas luchas del planeta, y con la necesidad de trasformar la rica experiencia de lucha del pueblo colombiano en más que resistencia, en revolución.
¡De norte a sur, de oriente a occidente, unir las luchas del pueblo!
¡Con la lucha se conquistan libertades y derechos, con la lucha se defienden!
¡Contra la brutalidad policial, la rebelión se justifica!
¡Se justifica la rebelión, se necesita la revolución!


Jóvenes Antiimperialistas

sábado, 18 de abril de 2009

Poema: Cuánto tiempo


¿Cuánto tiempo más vamos a poder seguir resistiendo?
¿Cuánto tiempo tendremos que seguir respirando gases tóxicos?
¿Cuánto tiempo seguiremos escuchando falsas acusaciones de terrorismo, vandalismo?
Cuando los verdaderos asesinos están abusando del poder,
Están explotando a nuestros obreros y obreras,
Están violando a nuestras hijas,
En fin, cometiendo cientos de crímenes de guerra por los cuales nunca serán juzgados,
¿Cuánto tiempo nos seguirán atando las manos para que no podamos mantener nuestro puno en alto?,
¿Cuánto más intentaran mantener nuestra boca callada, para que nuestro pueblo, nuestra verdadera patria no escuchen nuestro grito de revolución?
¿Cuánto tiempo mantendrán con ese manto los ojos de nuestros hermanos?
Un grito desesperado a un pueblo olvidado, a un pueblo oprimido,
¡Rompamos las cadenas que nos atan!
¡Salgamos a las calles!
¡Reclamemos nuestro derecho a protestar sin miedo de ser juzgados como los más grandes criminales!
Pues compañeros me declaro una criminal más,
Por exigir lo que por ende es nuestro,
Por no querer que nos quiten nuestro techo,
Por decir que no es justo que nuestros niños mueran de hambre,
Mientras los grandes burgueses y terratenientes
Se roban el dinero de nuestros producido por nuestro trabajo y despilfarran en el desdén de sus placeres.
Por ello, pueblos del mundo entero no hay más tiempo que perder, EL CAMBIO ES AHORA, todos a acabar con este podrido capital.

Juana (Joven Antiimperialista)

Toda generación deja su sello en el mundo… ¿Cuál será el tuyo?

Anuncio universitario: debería ser un tiempo y lugar para aprender sobre el mundo… para pasar de lo galáctico a lo microscópico, para aprender de diferentes culturas y formas de arte, para estudiar filosofía e historia y preguntas sobre el significado de las cosas y la verdad… para explorar las cosas de las que no te han contado y de zambullirte en el emocionante proceso del descubrimiento… para conocer a gente de diferentes partes del mundo y que tienen diferentes puntos de vista… para desafiar al máximo las fronteras sociales y políticas y meterte en escenas diversas.
Se supone que debería ser un tiempo para desvelarte, para platicar toda la noche y hacer música, leer poesía… para ser parte de la resistencia y la rebelión contra todo lo malo… para declarar quién quieres ser y en qué clase de mundo quieres vivir… para ver al mundo tal y como verdaderamente es y para empezar a definirte en relación con esto…
¿Pero lo estás haciendo en un momento en que están poniendo un alto a todo eso, cuando poderosas fuerzas quieren anular todo eso…? precisamente porque descubrir cómo el pasado ha moldeado el presente, comprender cómo la vida actual afectará el futuro y ver cómo todo esto está entrelazado y cómo impactará a miles de millones de personas por todo el mundo es más importante ahora que probablemente en cualquier momento del pasado.
El mundo al que entras
No dividiste a la tierra con fronteras artificiales, sometiendo a pueblos enteros, expulsando a millones que dejaron familias y su tierra natal en una búsqueda desesperada de trabajo en esta economía globalizada cada vez más rapaz y feroz. Pero no puedes escapar el hecho de que la ropa que te pones, la comida que comes, las carreteras por las que manejas y las computadoras que usas fueron el producto de este sistema globalizado de explotación y saqueo capitalista, que incluso encadena a millones de niños a máquinas para trabajar 12, 14, 16 horas al día.
No destruiste el hermoso paisaje de la tierra ni quemaste los combustibles fósiles, causando inmensas torres de humo tóxico que cubren el cielo, para alimentar la competencia a muerte de las corporaciones capitalistas… no decidiste que valía la pena destruir bosques y desplazar a pueblos indígenas para criar ganado y distribuir por todo el mundo la comida rápida cancerosa… tampoco decidiste que el gobierno y la prensa grande deben ridiculizar la preocupación por la extinción de especies y el descongelación de los polos, pero estás heredando un mundo en peligro de desvanecer.
No fueron tus manos las que encadenaron a millones de africanos a barcos negreros para cruzar el mar, que vendieron niños arrancados de los brazos de sus madres en subastas, que jinetearon con el KKK y sacaron a los negros de sus casas o los balearon en la calle de los centros urbanos porque se atrevieron a rebelarse o simplemente porque caminaban con la frente en alto, pero vives todos los días en un país cuya riqueza corre de las venas de esos esclavos y cuyo racismo, profundo y arraigado, sigue vivo y coleando en la respuesta criminal al huracán Katrina y la limpieza étnica de Nueva Orleáns que vino después.
No eres entre los que ondeaban la bandera estadounidense cuando soltaron las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki e incineraron a cientos de miles de personas en una muerte lenta y agonizante cuando la piel les colgaba y las ciudades se quemaban y se quemaban en su alrededor, pero vives en el país que hizo todo eso, el país que ha almacenado más armas nucleares que cualquier otro, el país que está amenazando con usar esas armas de destrucción masiva en ataques preventivos.
No fuiste el primero a consagrar la idea de que el único valor de la mujer era el de criar hijos o ayudarle al hombre, o a tratarla como trofeo sexual del saqueo… no eres uno de los patriarcas que consagraron esas ideas en los textos religiosos de todas las religiones grandes, pero vives en momentos en que ninguna mujer, en ningún rincón del mundo, vive sin el temor y la realidad de la violación, el maltrato, el desprecio, la mutilación y la posesión, y en que la subyugación fundamentalista de la mujer está aumentado en todas partes.
Claro, no fuiste el que consagró la presidencia de George Bush, quien con su injusta e inmoral guerra por el imperio, su reestructuración fascista de la sociedad estadounidense y su fundamentalismo de la edad de las tinieblas ha llevado a esta sociedad imperialista en una dirección mucho más extrema, represiva y rapaz, pero en el momento mismo que lees esto hay personas inocentes colgadas de techos con cadenas, desnudas a quienes están torturando en tu nombre.
La alternativa
La verdad es que para ti, como para todos los demás, las circunstancias que enfrentas han sido moldeadas por fuerzas fuera de tu control. Sería fácil esconderte detrás de eso. Sin duda alguna te presentan opciones o razonamientos para que “lo hagas por tu propia cuenta” o tal vez que "hagas tu parte”. Pero aunque no lo escogiste, han puesto a todos esos crímenes a tus pies y lo que hagas, o no hagas, afectará las circunstancias y la vida de millones y millones de personas por todo el mundo y por generaciones.
Tienes ante ti la promesa de la posibilidad de salir adelante, de sacar adquisiciones personales, de tener un lugar en la mesa y las comodidades y seguridad y “protección” y todo lo demás. Puedes usar la educación, el talento, la creatividad y las ambiciones para pedalear esta jaula de hámster, para aprovecharte lo más que puedas de estar en la cima de la “cadena alimenticia” y hacer lo que esperan que hagas los que manejan este sistema de saqueo mundial…
O, puedes rechazar ser confinado a horizontes estrechos. Puedes oponer resistencia. Puedes retar a la autoridad injusta, puedes denunciar las mentiras del gobierno y sus crímenes, puedes entrar en la lucha política contra la guerra que muele a cientos de miles en Irak y contra las guerras que están planeando. Puedes dedicarte a acabar con el racismo y el odio a los migrantes que están atizando, con las mortíferas consecuencias que eso lleva. Puedes dedicarte a hacer añicos la opresión de la mujer y de los gays. Puedes atreverte a quitar la llave estranguladora de una especie de fundamentalismo cristiano odioso que consagra como divino a esa subyugación. Puedes retar a los estudiantes derechistas de camisas pardas que quieren eliminar de las universidades las ideas subversivas y el pensamiento crítico.
Puedes lanzar el puño bien en alto y dar un paso al frente, como la juventud ha hecho en el pasado en toda lucha heroica por la justicia y la liberación, darles esperanza a los pueblos del mundo, y retar e inspirar a gente de todas partes de la sociedad a oponer resistencia. Puedes movilizarte con urgencia y poner en marcha una resistencia política capaz de sacar del poder al gobierno de Bush y abrir las puertas a la posibilidad de un mundo completamente diferente.
Y puedes aprender. Puedes conocer a los seres humanos cuya vida ha sido moldeada y destruida por todo eso. Puedes estudiar más a fondo las estructuras que han causado todo eso y las ideas que lo refuerzan. Puedes investigar soluciones que hasta hoy han sido ocultas detrás de la cinta amarilla de los archivistas oficiales de las ideas y “soluciones”, descartadas incluso por muchos que odian la situación actual pero que se han dejado engañar o conformar, y ver lo que verdaderamente se ha logrado por medio de la lucha revolucionaria de los oprimidos y explotados de todo el mundo.
Puedes indagar y ver debajo del refrán simplista y cínico de que “el poder corrompe”, que es un pretexto para dejar las cosas como están. Puedes —y debes— investigar las maravillas que se han logrado cuando las masas han detentado el poder en lugares como la Unión Soviética y China, cuando de veras eran países revolucionarios. Puedes erguirte sobre los hombros de eso, de quienes han sacrificado y luchado, que se han atrevido a soñar, a vivir y a luchar por la emancipación de la humanidad, y puedes ser parte del proceso de avanzar mucho más.
Si has leído hasta aquí, eres alguien que quiere cambiar el mundo. No les hagas caso a los cínicos y los sabios que te dicen que no puedes, que te quieren bajar los horizontes. La historia demuestra que los soñadores y luchadores tienen la razón. Sé fiel a tus principios, esfuérzate por concretar tus más profundas y más elevadas aspiraciones, y sigue ESO hasta dónde te lleve.
… Haz todo eso a medida que trabajamos juntos para oponer resistencia y revocar los horrores crecientes, como la lucha que se está gestando para ver si las universidades serán centros de resistencia o sitios de adoctrinamiento imperialista. Tu vida puede contar para algo… o para nada. El mundo es intolerable y pide la justicia a gritos. No apartes la vista.



Sunsara Taylor


Tomado de: www.rwor.org

POEMA: ¿QUIEN DIJO?


¿Quien dijo que era mentira?

¿Quien dijo que nosotros no podíamos?
¿Quien pensó que el estudio entraba por tus pies?
¿Quien dijo que no era posible que caminar pudieras aprender? ¿Quien dijo que los hijos de nadie no solían atender?
¿Quien dijo que éramos o no podíamos ser?


Pues aquello que dijeron gratificados son
Y nosotros oprimidos con mil muertos encima hoy decimos:


En el miedo se mueren los sueños
Y los nuestros llegan hasta el cielo
“Los que nadie somos”, los obreros maltratados, los que no tenemos voz
Hoy gritamos ante un mundo sordo, ante la razón:


Hijos de grandes padres, que corrieron en luchas por liberarnos, Levantémonos en masa y luchemos como padres
Y luchemos como hermanos,
Peleemos como madres
Contra esa bestia que pretende acabarnos.

¡Lucha y libertad!

Juana (Joven Antiimperialista)

lunes, 6 de abril de 2009

Masacre de las Bananeras y la necesidad de organización y lucha popular


Esa gente, nuestra gente, que cayó martirizada, somos los mismos de hoy, ayer sacrificados. Somos nosotros, proletarios, campesinos, parias. Esa gente, entre fulgor de rabia y odio implacable de multitud ahora recordada. 1928 ¡gente de la zona bananera!, ¡gente por el imperialismo yanqui asesinada!

Fragmento del poema: La Masacre, de Álvaro Sanclemente.






Hace 80 años, entre los meses de noviembre y diciembre de 1928 aconteció una gran huelga del naciente proletariado agrícola colombiano contra la trasnacional imperialista United Fruit Company, en Cienaga y otros municipios de la zona bananera del departamento del Magdalena.
Un cuarto de siglo después del robo de Panamá por parte del imperialismo yanqui, Colombia tenía algo más de 7 millones de habitantes. Predominaban por todo el país las haciendas de tipo feudal y relaciones de servidumbre de los terratenientes sobre los campesinos. La economía giraba principalmente en torno al café, tabaco, caucho, oro, carbón, sal, esmeraldas y platino. En las zonas caucheras del Amazonas colombiano los terratenientes y el imperialismo ingles explotaban a los trabajadores de manera esclavista.
Además de la United Fruit Company, existían otros enclaves de saqueo imperialistas como la petrolera Tropical Oil Company, en Barrancabermeja, y la minera Frontino Gold Mines, en el pacifico colombiano.
El imperialismo yanqui y el Estado reaccionario mantenían una continua situación de zozobra en la zona bananera por su explotación y opresión. Los obreros trabajaban sin vinculación directa con la trasnacional, por un salario inferior al mínimo, sin atención médica, generando entre las masas una situación económica muy precaria y unas condiciones de vida miserables. A los presos se les obligaba a trabajar hasta los días festivos sin darles comida en días. Además de los asfixiantes impuestos del Estado, el ejercito cobraba otros “impuestos” (vacunas) al pueblo como: un impuesto llamado pisadura, impuesto a la profesión u oficio, entre otros y cobraba por salvoconductos (estilo certificado del DAS). El ejército continuamente robaba las casas, saqueaba las tiendas, robaba a los obreros y campesinos en las calles, los golpeaban y luego los encarcelaban, incendiaban sus ranchos, violaban a las mujeres y las niñas. A la par que hacían todo esto, la United Fruit Company y el ejercito festejaban en grandes fiestas y bacanales, llenos de licor y prostitutas. Cuando los militares eran acusados por delitos contra la población, la United Fruit Company pagaba las reparaciones y multas de los oficiales.




Los continuos atropellos e injusticias hacia las masas llevaron a que se agudizaran las contradicciones entre el imperialismo y el Estado terrateniente-feudal por un lado y el proletariado agrícola con los campesinos por el otro. Los obreros se organizaron en sindicatos y comenzaron a exigir condiciones dignas de trabajo, pidiendo descanso dominical, mejor atención médica y mejor salario (algo muy similar a las peticiones que hoy en día hacen los corteros de caña en el Valle del Cauca); por esta razón más de 30 mil obreros de la United Fruit Company entraron en huelga. Los obreros tenían la simpatía de la población, de los indígenas de la Sierra Nevada, de los comerciantes, de algunos ganaderos, y también de muchos trabajadores norteamericanos que se solidarizaron con ellos.



El gobierno de Miguel Abadía Méndez -terrateniente y servil lacayo del imperialismo- declaró a los huelguistas como cuadrilla de malhechores (el equivalente hoy en día de terroristas) y ordeno el 6 de diciembre dispararle a los manifestantes reunidos en la plaza principal de Cienaga (Magdalena).

El reaccionario
General Cortés Vargas dio la orden directa de disparar a los obreros, argumentando posteriormente, que lo había hecho entre otros motivos, porque tenía información sobre algunos buques yanquis que estaban cerca a las costas colombianas, prestos a desembarcar las tropas imperialistas para defender sus intereses. Argumentaba que de no haber dado la orden Estados Unidos habría invadido tierras colombianas. Pero el principal temor de los imperialistas y el gobierno reaccionario era que las ideas comunistas se esparcieran entre las masas de obreros y campesinos, que sumado a la rica experiencia de lucha y combatividad del pueblo colombiano heredada de las guerras civiles del siglo XIX, conformaban una peligrosa mezcla explosiva que podría encender una leña seca lista para arder.


En esta matanza perecieron más de un millar de obreros ametrallados por el ejército reaccionario, y el estado colombiano demostraba con sangre una vez mas los intereses que defendía y su incondicional servilismo ante los imperialistas yanquis.



No fue la primera masacre pero si fue la primera que no quedó en el olvido. Este cruel acto contra el movimiento obrero colombiano marcó para siempre la historia de violencia reaccionaria en el país, que continúa hasta la actualidad. Tras aquella matanza la represión contra las huelgas se acrecentó en Colombia, y se volvieron cotidianos los asesinatos masivos de líderes sindicales y la cárcel por “delitos políticos” para otros tantos.

La huelga y masacre de las bananeras al igual que la mayoría de los problemas del pueblo colombiano se derivan de un origen común: el problema nacional y el problema democrático.
Dos aspectos que son interdependientes y están profundamente relacionados. Colombia es una nación oprimida por el imperialismo principalmente yanqui, es decir es una nación semicolonial. Por otro lado no se ha resuelto el problema de la democracia para el pueblo, es decir, “tierra para el que la trabaja”, entregar la tierra a los campesinos, además de las libertades políticas para el pueblo. En otras palabras Colombia es una nación semifeudal. En nuestro país el imperialismo saquea los recursos naturales, practica el intercambio desigual de mercancías, oprime y explota con sus relaciones de producción principalmente a través de la compra de mano de obra barata que ofrece el país, aliándose con las clases reaccionarias: la gran burguesía y los grandes terratenientes, que actúan en conjunto como unas sanguijuelas chupando hasta la última gota de sudor y sangre del pueblo. Estos dos problemas no han sido solucionados y siguen causando inmenso dolor y sufrimiento al pueblo.

Como parte de que todo siga igual, de que el pueblo no conozca su propia historia de lucha y resistencia y defienda sus intereses, el imperialismo y sus lacayos siempre buscan borrar la historia y la memoria colectiva del pueblo, dejando en el olvido y negándose a transmitir las experiencias del pueblo. Para eso hacen uso de los medios de comunicación que están a su servicio como Caracol y RCN, otro método es cambiar los nombres para hacer parecer lo viejo y podrido como algo nuevo y mejor. Poco tiempo después de la masacre, la United Fruit Company “cambio” su nombre en Colombia por Compañía Frutera de Sevilla, y mas tarde a Chiquita Brands.

La trasnacional Chiquita Brands, el imperialismo y el Estado, por medio de sus fuerzas armadas reaccionarias, ejercito, policía y paramilitares, ha seguido saqueando el país y masacrando al pueblo, financiando y dirigiendo grupos de paramilitares en la zona bananera de Urabá y Magdalena. Esta transnacional yanqui tiene una macabra historia de invasión, muerte y destrucción en buena parte de América Latina y el Caribe, basta con solo recordar el financiamiento y dirección a los contras (paramilitares) en Nicaragua.



A Nosotros los jóvenes, ya seamos obreros, campesinos, estudiantes, nos han heredado un mundo patas arriba, donde la masacre, el genocidio, el desplazamiento forzado, la explotación, la opresión del pueblo, el saqueo y destrucción del planeta por parte de capitalistas y terratenientes es algo no solo cotidiano también es algo visto como “normal”. De nosotros depende que siga así y mucho peor, o por el contrario luchar por heredarle a las nuevas generaciones un mundo nuevo y mucho mejor.

Los jóvenes del pueblo debemos aprender del pasado, estudiar la historia, conocer la rica experiencia de combatividad y resistencia del pueblo colombiano, como también de las justas luchas de los pueblos del mundo y ligarnos a ellas. Debemos entender que es solo con la organización y lucha conciente y sistemática que podemos derribar el sistema capitalista y transformar el mundo, es solo uniéndonos a los obreros y campesinos, para luchar juntos como un solo cuerpo que podremos barrer este sistema de opresión y explotación, de hambre y miseria que generan y mantienen los amos, capataces y verdugos del pueblo (imperialistas, grandes burgueses, grandes terratenientes y sus lacayos).

Las recientes y justas luchas de los corteros de caña de azúcar y la minga indígena, nos trajeron un aire fresco de lucha popular, pero esto es solo el comienzo. Grandes luchas están por venir, es por eso que no debemos esperar pasivos a que pasen las cosas, a que “otros” luchen en contra del sistema. Nosotros los jóvenes del pueblo no somos el problema, sino que debemos ser parte importante de la solución, debemos luchar con sacrificio, perseverancia, con una profunda convicción de servir al pueblo, de apoyar todas las justas luchas de los pueblos del mundo y con la necesidad de aprender de la rica experiencia de la justa lucha del pueblo colombiano, para trascender de la resistencia y hacer la revolución.

¡De norte a sur, de oriente a occidente, unir las luchas del pueblo!¡Contra la brutalidad policial, organizarse y resistir!
¡Si globalizan la miseria, globalizamos la resistencia!
¡Se justifica la rebelión, se necesita la revolución!


Jóvenes Antiimperialistas

¡Apoyar la justa lucha del pueblo palestino!

Problema Agrario y Dependencia en Colombia

La cara oculta de Facebook

Gracias Tio Sam

El Agulila Calva - Grupo Naxalbari

NI FU NI FA (ska-p)

Frijolero - Molotov

Opresión - Pedro Mo

Don Samuel

Manifiesto - Pedro Faura

Uribe Lame Botas No 1 de EE.UU

Antiimperialista: Fe de Ratas

Inti Illimani - Canción del Poder

Tio Sam - Ska-P

Musica de los Corteros de Caña

José de Molina - El camaleón

America Latina Obrera

Resistire – Muertos de Cristo

El Pueblo Unido Jamas Será Vencido -Banda Bassoti

Intifada

Por Razones de Estado de Bogotá

Manifiesto - Jose de Molina